Los terrícolas
Texto de la primera página
COMO USTEDES QUIZÁS SEPAN, el planeta Tierra, desde el que hoy empezamos a enviar nuestras crónicas, es uno de los componentes del llamado Sistema Solar.
El Sistema Solar fue descubierto recientemente, y el planeta de que nos vamos a ocupar, por ser demasiado pequeño, pasó desapercibido mucho tiempo.
Finalmente fueron captadas unas imágenes que procedían de un sistema primitivísimo de televisión y que mostraban la existencia sobre aquel planeta de unos seres relativamente racionales.
Los estudios sobre los terrícolas o habitantes del planeta Tierra, se basaron hasta el presente en la observación de aquellas imágenes televisivas. Sólo ahora ha comenzado la investigación "in situ", por los métodos de simple observación y de experimentación por infusión mental. Este último nos supone grandes sacrificios ya que nos obliga a reducirnos a las muy estrechas condiciones mentales de los terrícolas.
Texto de la contraportada
Cuando en 1956 la Editorial Taurus publicó su novela OLIMPO, SIGLO xx, los críticos empezaron a decir que Juan Pablo Ortega era un humorista. Esto para él fue una verdadera sorpresa. No lo podía creer. Aún no se lo cree del todo. Dice que él, segoviano, castellano viejo, es un hombre muy serio y que prueba de ello es que a su segundo libro, publicado en 1967 por Las Américas Publishing de Nueva York, le puso el título de CUENTOS DE MORIR.
Sin embargo, cuando hizo llegar a algunos críticos de este país algunos ejemplares que por razones coyunturales no podía hacer llegar al público en general, crítico hubo que dijo que el autor de los CUENTOS DE MORIR no respetaba nada divino ni humano y se enfadó, pero todos los demás siguieron diciendo que Juan Pablo Ortega tenía gracia.
Y lo mismo cuando, ya de vuelta a España después de varios años de enseñar en universidades francesas y americanas, Dopesa le publicó LOS AMERICANOS EN AMÉRICA. Fueron muchos los que dijeron entonces que se trataba de uno de los mejores humoristas del país. Un crítico de provincia, que no debía saber nada de los libros anteriores, dijo que había que señalar con piedra blanca la aparición de eso tan raro que es un humorista de verdad. Y otro de Barcelona afirmó que en Juan Pablo Ortega había resucitado Julio Camba. Esto último a Juan Pablo Ortega no le hizo ninguna gracia. No le gustaba que se le viera como una especie de Lázaro con máquina de escribir.
Menos iba a gustarle lo que, jura y perjura, iba a hacerle un desaprensivo, no resucitado, pero sí venido de otro mundo. Se trata, según Juan Pablo Ortega de un verdadero caso de intrusismo: un extraterrestre se metió en él, se quedó con él durante más de un mes, y le utilizó para escribir estas crónicas donde, a juicio del mismo Juan Pablo Ortega, se dicen muchas cosas absurdas sobre nosotros, los terrícolas, los habitantes del planeta Tierra.
"Lo peor del caso es que, después de haber dicho tantos críticos que yo escribía humor, ahora nadie va a tomar esto en serio, ni voy a poder convencer a nadie de que no lo he escrito yo, de que no he sido nada más que una curiosa especie de amanuense."
Y la verdad es que nosotros mismos, a pesar de que creemos en su buena fe y de que cuanto él dice merece todo nuestro respeto, a la hora de publicar este libro y tener que dar el nombre de un autor, no pudiendo registrarlo como de "Anónimo marciano" o algo por el estilo, hemos decidido publicarlo como suyo.