Escritor, profesor, dramaturgo, laicista... Contenido | Principal | Contactar | Buscar | Índice

Los marrajos


Texto de la primera página

Photo: Los marrajos.El escritor

¡Vaya noche! Entre lo del alemán y lo del gato no había pegado ojo. Miró el reloj en su muñeca: Las ocho menos diez. Bueno, al final había dormido algo. Dos horas o así. Ahora de buenas ganas se dormiría otra vez, pero con esta luz que entraba seguro que ya no. Sería mejor que se levantase y pidiese que le trajesen el desayuno. Antes se ducharía, claro. A ver si se despejaba un poco. Todavía lo estaba oyendo: Miau, miau, miau... Ese au lo hacía muy largo. Como si le doliese algo. Seguro que algo iba mal ahí dentro. Debía de estar enfermo. A lo mejor tenía cáncer. Hubiese sido mejor matarlo, ¿no? Desde luego, lo que no se podía hacer era tener un gato así. Que se pasaba la noche entera mayando -quejándose- sin dejar dormir a la gente. Se compraba algo en la farmacia y... Pero ¡cualquiera! ¡Pues buena era la francesa aquella! Debía de tener más mala leche... No quería más que al gato. Al alemán se lo había dicho una vez: Que como volviese a dar una patada al gato... "Monsieur, je ne vous dirai pas deux foix. Si vous vous approchez une autre fois de mon petit chat, je vous le jure..."1 ¡Cómo se había puesto! Y el alemán también. Lo que decía lo decía en alemán y no había dios

1. Oiga, señor, que no se lo tenga que volver a decir, ¿eh?. Si vuelve a acercarse usted a mi gato, le juro que...


Texto de la contraportada

«Años 60. Un pequeño hotel en un pueblo de la costa de Almería. Un antiguo nazi alemán aparece asesinado y cinco personajes -un escritor, un profesor judío americano, una vieja espiritista francesa, un homosexual, un fregaplatos moro-, cada uno de su padre y de su madre, con sus recuerdos, sus esperanzas y sus miedos, temen ahora que puedan resultarle sospechosos al Comandante del Puesto y se ponen a pensar en quién puede haber matado al alemán. Y cada uno de ellos termina encontrando motivos para acusar a otro: Por lo que sea, porque se tengan diferentes ideas, porque se tengan otras costumbres, porque se sea de distinto país, de distinta raza, de distinto credo, ser extraño, ser diferente en lo que sea puede ser causa suficiente para ser culpable de algo ante los ojos de alguien». «¿Y cómo la vas a titular?». «No sé. "Los marrajos", tal vez». «Va a parecer que es sobre toros. ¿No llaman marrajos a los toros resabiados, malos?». «Porque muchos toreros vienen de esas costas del Sur. Los marrajos son unos tiburones pequeños, muy voraces, que...». (Los marrajos, Pág. 100).

Los marrajos fue una de las novelas finalistas del Premio Planeta en 1973, cuando posiblemente la censura habría encontrado al autor culpable de muchas cosas.


Actualizada el 17 06 2007