Crítica de Los terrícolas
Publicamos aquí algunas de las críticas literarias hechas al libro.
IBYS
- Publicación:
- IBYS
- Tipo:
- Revista
- Autor:
- Jorge Campos
- Lugar y fecha:
- Madrid, marzo de 1977
Nada mejor para lograr una distensión de las jornadas de trabajo que un libro de humor. Pero los libros de humor no abundan entre nosotros. Por eso es de agradecer a Juan Pablo Ortega el chorro de aire limpio que es su libro Los terrícolas.
La portada de Forges ayuda al título a adelantarnos el tema y el procedimiento humorístico de la obra: los hombres y las cosas de la Tierra tal como podrían ser vistos por los habitantes de algún lejano astro. De lejos, ya utilizó una trama parecida Voltaire en su Micromegas. Y luego, André Maurois jugó al mismo "divertimento". Pero los tiempos y los propósitos son distintos de esta regocijada visión de los humanos que se dan en el libro comentado.
Un supuesto HSPS/U ha utilizado un procedimiento telepático de una extraña infusión mental o cosa parecida para que la mano y la escritura de Juan Pablo Ortega hagan de transcriptores de su propia obra. La ciencia-ficción se ha unido al viejo procedimiento romántico del "manuscrito hallado" para introducirnos en un mundo extraño, que no lo es tal sino nuestro propio mundo visto por ojos llegados del espacio.
Toda esta armazón da pretexto para construir una crítica entre satírica y buenhumorada de nuestras costumbres, vicios y usos disparatados. Es normal que en la era atómica a las "Lettres persannes o chinoises" sucedan estas crónicas de ultratierra. Juan Pablo Ortega va a utilizar en ellas la paradoja, la ironía, la simple broma y, sobre todo, el errado razonamiento que se convierte en disparate o lo contrario de lo que es la realidad por la incomprensión de alguna de las premisas que originan el razonamiento. El ultraterrícola -como le ocurriría al terrícola en su caso- no es capaz de entender muchas cosas sino a su imagen y semejanza, por eso entiende, por ejemplo, las piernas y brazos de los terrícolas como tentáculos.
El error a veces es lógico, pero su resultado nos hace sonreír. Así sucede en una de las prímeras observaciones que se hacen acerca de los habitantes del planeta Tierra, a los que se confunde con los coches en que van metidos y las ruedas con sus miembros de locomoción; perfeccionándose esta idea con 1a de que los hombres son parásitos de los otros seres y viven en su interior. Otro caso parecido: los terrícolas, cuando han dado veintiuna vueltas alrededor del Sol "se ponen en largas filas para aprender a andar moviendo todos a la vez el mismo pie. A esto lo llaman hacer el servicio militar".
El libro, estas "crónicas del planeta Tierra", está elaborado como una enciclopedia que sistemáticamente va exponiendo las características del astro y las de sus habitantes. Así vamos conociendo la geografía física y tras ella la descripción anatómica de los terrícolas, para entrar en una verdadera sociología. Extraña a los observadores el modo de trasladarse de los habitantes de la Tierra, desplazando penosamente, uno tras otro, un par de tentáculos. "Los llamados piernas crecen hacia abajo para permitir a los terrícolas llegar mejor al suelo, sobre el que se sostienen por medio de unos miembros de curiosa expresión llamados pies."
El título de los capítulos nos dice lo suficiente sobre el desarrollo de ese conocimiento enciclopédico: "de la diferencia de los sexos entre los terrícolas y de su acoplamiento", "la familia terrícola", "del comer y del dormir", etc.
Otros capítulos nos descubren la profundidad satírica y una más aguda crítica de nuestra realidad actual: "del pudor y de la moda", "de cómo se comunican los terrícolas" y "del arte", "de la educación de los terrícolas", "de las formas de gobierno y de las guerras" "del fútbol como religión", etc.
Libro de sonrisa que se mantiene a lo largo de todas sus páginas. Un humor que si a alguno se parece es al de Mark Twain, pero cargado con acentos satíricos que en aquél, limitado a lo festivo, no existía. Así, sonriendo, se denuncian males y se autocrítica nuestra moda, nuestra sociedad, que es la de unos pobres terrícolas encaminados quizá, como anotan estos observadores extraterrestres, a una catastrófica autodestrucción.
Jorge Campos
Blanco y Negro
- Publicación:
- Blanco y Negro
- Tipo:
- Semanario
- Autor:
- Miguel Pérez Ferrero
- Lugar y fecha:
- Madrid, 18 de diciembre de 1976
JUAN Pablo Ortega aborda, ahora, en este libro lleno de intención y sumamente divertido, "Los terrícolas", la visión que esos seres, habitantes de otros mundos, o por lo menos de uno de ellos, tienen de nosotros los que vivimos en el planeta llamado Tierra.
Sobre los extraterrestres aquí se ha hablado mucho y se ha escrito (se sigue escribiendo) no menos. Pero tanto las observaciones, las intuiciones que se fundan en los vestigios atribuidos a su estancia, o paso, por estos pagos y en la aparición de objetos volantes, que se presentan de vez en vez en el cielo, no han logrado más que la proliferación de una serie de teorías sin la necesaria base de credibilidad que suministra la demostración irrebatible. Y de ello resulta que, a fin de cuentas, no podemos saber a ciencia cierta nada concreto. En cambio, a título de contrapartida, cómo se nos ve desde fuera disponemos ya de un precioso documento que lo atestigua, porque uno de esos seres se "infusionó" en el autor del libro que tenemos entre manos, el cual, según declara él mismo, le hizo escribir automáticamente (empleándole como simple mecanismo) sus impresiones.
Toda una visión, que resulta de verdad curiosa, va mostrándonos los modos y maneras de vivir de los humanos actuales, las .manifestaciones de sus sentimientos, tal que el amor, por ejemplo, sus apetitos, sus costumbres, sus afanes, sus inventos, observa el extraterrrestre, con extraordinaria atención todo lo que concierne al sexo, a la alimentación, a los útiles caseros, a la moda y formas de vestirse, el culto al dinero, al delirio de la circulación motorizada y de peatones en las ciudades, los medios de comunicación, ¡hasta la política!, para no seguir enumerando, sin olvidar, por supuesto, la configuración física de los humanos, o terrícolas, llegando, incluso, al conocimiento de su fisiología. Y es muy especialmente interesante hasta qué punto ese gran fresco del hormiguero, que se agita en el planeta que vivimos nos llega a chocar y parecer a menudo de una comicidad que provoca nuestra propia risa.
No es éste, claro, el primer libro de Juan Pablo Ortega, como sabe cualquier buen, aficionado a la lectura. Se reveló, cabría decir, en 1956 con una novela "Olimpo, siglo XX" que llamó la atención de la crítica, que le consideró un agudo humorista. Y en realidad lo era. Juan Pablo Ortega ha enseñado en universidades americanas y francesas y, después de su primera obra, ha publicado otras con creciente éxito, algunos como "Cuentos de morir", publicada por "Las Américas Publishing", de Nueva York, y la editada por Dopesa, "Los americanos en América". Se ha comparado por más de un crítico a Juan Pablo Ortega aunque las comparaciones constituyan a menudo un recurso, con Julio Camba. Mas esos críticos se acercaban mucho a la diana. No se trata del estilo, ya que Juan Pablo Ortega tiene él suyo propio y puede alardear de una prosa excelente por su sencillez y colorido, sino del saber mirar con una particular penetración las gentes y las cosas, el medio donde unas viven y las otras se hallan, y que, gracias a esa penetración, el lector se asombre de descubrirlas de otra manera, como nunca hasta ese instante las viera. Y, naturalmente, el sentido crítico de una crítica burlona y atrevida palpita en todas las páginas de este humorista.
Poco nos queda por añadir sino recomendar la lectura de "Los terrícolas" en la seguridad de que el lector disfrutará con ella. Y añadiremos que el libro va muy abundantemente ilustrado por Forges, lo cual no deja de añadir un muy considerable aliciente.
Miguel Pérez Ferrero