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Crítica de El año que vino Eva Perón


Publicamos aquí algunas de las críticas literarias hechas al libro.

El País

Publicación: 
El País
Tipo: 
Diario
Sección: 
Babelia
Autor: 
R. B.
Lugar y fecha: 
Madrid, 20 de abril de 1996

La España pobre y sórdida de la postguerra

Juan Pablo Ortega (El Espinar, Segovia, 1924) empezó a escribir esta novela en los años cincuenta, pero la dejó en un cajón. El tema lo aconsejaba: una visión dura y amarga de la España pobre y sórdida de la posguerra. Cuarenta años después ha retomado el tema y lo ha hecho desde una distancia llena de ironía. La novela se desarrolla en una ciudad de provincias en 1947, cuando la esposa del presidente argentino viajó a España, y narra la experiencia de un adolescente que empieza a vivir en un irrespirable ambiente nacional-católico. Escrita con gran agilidad y con abundantes modismos coloquiales, El año que vino Eva Perón es un testimonio contundente de una época afortunadamente ya lejana.

R. B.


El Dorado de Castilla - Diario 16

Publicación: 
El Dorado de Castilla - Diario 16
Tipo: 
Diario
Sección: 
Crítica Libros
Autor: 
Esteban Fernández
Lugar y fecha: 
Madrid, 27 de enero de 1996

CURTIDO en mil batallas y a pesar de ser casi un perfecto desconocido en su Castilla natal, el segoviano Juan Pablo Ortega ha sido profesor en la Universidad de Dijon, Francia, y en varias universidades de los EEUU, y autor de ensayos -"Olimpo, siglo XX", "Los americanos en América", "Los terrícolas"- y de novelas -"Las dos muertes de un tirano", "Los marrajos"-; ganador del Premio Doncel en 1969 por sus "Cuentos de la Nube Rosa".

En 1995, Juan Pablo Ortega, ha dado a luz su última novela -"El año que vino Eva Perón"-, un relato realista, reflexivo y apasionante cuya trama se sitúa en los difíciles, lánguidos años de la posguerra española. De la mano de un adolescente, Toño, un "muchacho sencillo y sin muchas luces", el autor nos sumerge de forma progresiva y sutil en la Salamanca de 1947, agónica y gris, donde todo parece moverse a toque de corneta y al ritmo de las procesiones religiosas. Sin embargo, por debajo de esta sociedad vencida, callada y cabizbaja, que sublima sus pasiones en la iglesia, el fútbol o los toros, bulle otra, más viva, más humana y orgullosa, y, desde luego, menos obediente. Un pequeño mundo de personajes de carne y hueso que se organizan para luchar contra el Régimen.

Escrita en un castellano próximo y jugoso, quizá su principal mérito sea ese, la habilidad para dar verdad y vida, cercanía y ternura, a unos personajes y a unas situaciones aparentemente hoy tan lejanas y colectivamente olvidadas.

Esteban Fernández


Actualizada el 3 09 2008